El primer día de clase con él, flipé. Rompió todos los esquemas mentales que tenía por aquel entonces, tanto en forma como en contenido, al instante de empezar a hablar. Y lo siguió haciendo día tras día, clase tras clase.
Aprendí mucho con él, y de él. Y aprendí hasta física. Pero sobre todo, me enseñó a aprender: si estás seguro de algo, si lo sabes de verdad, nada ni nadie puede hacerte dudar sobre ello, y si lo consigue, es que aún no lo tienes tan interiorizado como creías. Me enseñó que las cosas no son blanco o negro; bueno, sí, pueden serlo, pero "depende del sistema de referencia", repetía una y otra vez, entre risas. En su momento ya era consciente de la importancia de esa frase, pero no pensé que fuera a calarme tan hondo.
Ahora, 7 años después de aquel 4º de ESO, sigo echando la vista atrás para volver a sentarme en aquella clase, su clase, y seguir empapándome de cada ejemplo, de cada palabra, de su forma de vivir y explicar una asignatura, y cada día que pasa, valoro más y más todo lo que viví en aquel curso, todo lo que hizo con, por y para nosotros.
A veces es muy difícil ir en sentido contrario al resto de personas y docentes, dentro o fuera de la escuela. Y más aún cuando vivimos en la sociedad del borreguismo, de papagayos disfrazados de alumnos cuya única misión escolar es vomitar lo escuchado en clase, en parte propiciado por sus (poco/nada preparados) profesores. Es muy difícil decirle a un niño que piense por sí mismo, que sea crítico, y más difícil aún es conseguirlo. Pero tienes que saber que si lo consigues, habrás logrado que al menos a uno de todos esos estudiantes se le encienda su bombillita, se le ilumine la cara, y te agradezca casi sin necesidad de palabras el esfuerzo que acabas de hacer y el haberlo ayudado a saltar a otra dimensión del saber. Y ésto lo hacía él aparentemente sin esfuerzo, y digo "aparentemente" porque sé que en el fondo sí que le suponía un esfuerzo; pero sé que la ilusión y las ganas de enseñar (enseñar de verdad, no enseñar de repetir de forma sistemática un enunciado a modo de dogma) que tenía (y tiene) superaban con creces al desgaste que supone tamaña labor.
Y hoy no es que esté nostálgico, ni tampoco estoy diciendo nada que no le haya dicho antes; simplemente quiero recordárselo: quiero recordarle que fue muy importante en mi "salto" de ver las cosas, fue el culpable de que tanto en sus exámenes como en los exámenes posteriores yo fuese el único que ponía "negativo para la derecha, y positivo para abajo", y quiero hacerle saber que valoro mucho mucho mucho lo que hizo, y se lo agradezco. Fue un orgullo tenerlo como profesor, y posteriormente como amigo (espero que pronto seamos colegas de profesión). Porque motivó mi lado de docente que por aquel entonces dormía plácidamente, y despertó mis ganas de enseñar y transmitir conocimiento (no solo qué se transmite, sino cómo se transmite). Porque cada vez que digo o escucho "depende del punto de referencia", me acuerdo de él. Porque cada vez que le digo a mis alumnos que piensen por sí mismos, me acuerdo de él. Porque cada vez que entro en una habitación para dar clases, me acuerdo de él. Porque lo tengo como referente de profesor y persona.
Gracias, Manolo Bonat.
PD: "La gravedad siempre es negativa porque va hacia abajo".
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