Con cinco versos atados
octosílabos, si cabe,
una quintilla se crea;
quiero que no sea fea
y la mente no me trabe...
¡Ni me quite mucho tiempo!
Debe ser muy natural
y que fluya por sí sola,
siendo música en gramola,
o un río con su caudal,
solo usando bien tu ingenio
y fijándote en las rimas:
consonantes, por supuesto;
se valora más el gesto
cuando los sonidos mimas
y te esmeras en detalles
y cuidas forma y mensaje;
no es difícil, solo escribe,
deja eso que te cohíbe
y dale a tu mente un viaje
sin billete de regreso
que volver, ya volverá;
ahora, aquí, vive el presente:
¡¡déjame que a ti te aliente
y sigue el "Continuará..."!!
miércoles, 11 de diciembre de 2013
miércoles, 4 de diciembre de 2013
Diálogos
Toda relación humana se basa en la palabra, en la comunicación. Cuando esta pasa a ser unidireccional, se convierte en monólogo. Y es ahí cuando la relación deja de existir como tal.
Así pues, dialoguemos...
Así pues, dialoguemos...
martes, 3 de diciembre de 2013
Detalles
A lo largo del día, nuestra mente procesa millones de datos: cientos de personas que vemos en la calle, millones de sonidos, colores, formas... Llega un momento en el que la mente tiende a simplificar esta tarea, para ahorrar energía y facilitar el trabajo, y los procesa todos "por igual", en masa. Es entonces cuando aparece el subconsciente, ese que no descansa nunca y siempre trabaja a pleno rendimiento. Ese que es capaz de identificar, entre toda la nube de puntos semejantes, un punto que destaque de todos los demás. Ese punto pasa del subconsciente a la mente consciente, y una vez allí, es procesado en condiciones, y la mente se recrea en él. El subconsciente nos conoce demasiado bien como para saber que vamos a disfrutar analizando dicho punto...
Pues bien, este proceso ocurre constantemente, el subconsciente trabaja para descubrir puntos que nos llamen la atención, en mayor o menor medida. Y como toda herramienta, hay que tenerla en buena forma, y a cambio nos recompensa con más precisión a la hora de captar los detalles. Porque al fin y al cabo todo se basa en los detalles.
Porque todo suceso se puede descomponer en una sucesión de detalles, y cada uno es tan importante como el suceso en sí. Ser detallista es ser capaz de extraer del total una parte y poder disfrutarla como si del total se tratase. Ser detallista es buscar esa palabra precisa que hace que el texto entero cobre sentido. Ser detallista es realizar un simple gesto que provoque una sonrisa.
Ser detallista es valorar
la fuerza del subconsciente,
apreciar mensaje y forma,
no seguir ninguna norma,
saber pensar en presente...
Pues bien, este proceso ocurre constantemente, el subconsciente trabaja para descubrir puntos que nos llamen la atención, en mayor o menor medida. Y como toda herramienta, hay que tenerla en buena forma, y a cambio nos recompensa con más precisión a la hora de captar los detalles. Porque al fin y al cabo todo se basa en los detalles.
Porque todo suceso se puede descomponer en una sucesión de detalles, y cada uno es tan importante como el suceso en sí. Ser detallista es ser capaz de extraer del total una parte y poder disfrutarla como si del total se tratase. Ser detallista es buscar esa palabra precisa que hace que el texto entero cobre sentido. Ser detallista es realizar un simple gesto que provoque una sonrisa.
Ser detallista es valorar
la fuerza del subconsciente,
apreciar mensaje y forma,
no seguir ninguna norma,
saber pensar en presente...
domingo, 1 de diciembre de 2013
Rema, rema...
Estás en medio del mar. Hacia un
lado, ves el horizonte en el infinito; hacia el otro, la orilla. Te dejas
seducir por el continuo vaivén de las olas, y dejas que te mezan a su merced.
Sentado sobre tu tabla, las ondas en el agua se suceden una tras otra, mientras
tú esperas esa ola que te lleve donde ninguna otra te ha llevado. Cierras los
ojos y centras tus sentidos en el sonido del mar, sientes el agua deslizándose
en tus pies, y notas tu corazón latiendo bajo el neopreno. Por tu mente pasan
las horas frente al ordenador buscando e interpretando partes meteorológicos,
mirando webcams, preparando la tabla esa misma mañana, el camino en coche hasta
la playa… En ese instante, sin saber cómo ni por qué, abres los ojos, y
descubres por sorpresa la ola que estabas esperando; la ves desde la distancia
y la vas analizando, vas calculando su velocidad y su posición, mientras vas
girando la tabla para estar preparando cuando llegue. Te tumbas sobre la tabla,
y empiezas a remar, lentamente, sin dejar de observar esa onda que se empezó a
formar a lo lejos y que cada vez va cogiendo más forma de ola. Notas que desde
la punta de los dedos de los pies hasta la coronilla, tu cuerpo entero se
estremece, como avisándote de la importancia que tiene ese momento; te obliga a
estar en cuerpo y alma ahí, sobre la tabla, y nada de lo que hay fuera del mar
importa. La ola se acerca, debes comenzar a remar firmemente. Vas desplazándote
sobre el mar mientras tu corazón se acelera poco a poco. Los dedos de los pies
ya están en posición, y tú junto a tu tabla también. La llegada de la ola es
inminente, remas con todas tus fuerzas y vas ganando velocidad. Empieza la toma
de contacto con la ola, notas que te empiezas a elevar, y en ese instante tu
corazón late como nunca; tus brazos reman como si no hubiera mañana, sabes que
la ola no va a esperar más... ¡Rema, rema, rema! ¡Ya casi estás! Dejas de
remar, apoyas los brazos sobre la tabla y te impulsas para ponerte en
cuclillas, y…
Ya estás de pie sobre la tabla. Vuelas sobre el mar. Te deslizas sobre la pared
de la ola. El tiempo se detiene, surcas el mar mientras la ola te va
impulsando. Tu corazón te recuerda lo vivo que estás en ese momento. Tus pies
van controlando la velocidad y dirección de la tabla sobre la ola, y en ese
momento te sientes el rey del mundo. Con tu mano tocas la ola, sintiéndola y
disfrutando de ella. En ese momento, el mar y tú sois uno.
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